3.14.2015

Teatro Taller Laboratorio - SED

Diplomado para la Sistematización de Experiencias INCITAR
Por : César Del Valle - 




Éste es el único experimento botánico que he realizado hasta el momento, está en proceso.
Representa una experiencia distinta a la que tuve haciendo el clásico ejercicio de germinación del frijol usando algodón y agua. En ése entonces la profe de primaria nos solicitó a todos la realización del “experimento” sin hacer variación alguna, sólo anotaciones. 

El resultado: Todos - menos uno (siempre le falla el experimento a uno) - vimos cómo le salía una colita a la pepita. Mis amigos y yo continuamos la cosa, porque se trataba de otra cosa para nosotros. Entusiasmados imaginamos grandes plantas para escalar y llegar muy alto. Más en las clases de biología dimos cuenta cómo cada uno de nosotros comenzó su vida justo como un embrión, cada uno de nosotros tuvo de alguna manera el aspecto - alienígeno, embrioide? - que fue tomando la plántula con los días; los experimentos – todos, menos uno - fueron enviados a la basura. Pienso que aquello pudo convertirse en algo que alguien hoy podría llamar experimento pedagógico: Observar las diferencias entre las reacciones de cada estudiante, intervenir con diferentes estrategias en cada caso, determinar cómo progresa cada individuo, cada sujeto de estudio.

Evidentemente no me convertí en científico 30 años después. No tenía plantas en mi apartamento, sólo un par de materas llenas de tierra seca, por lo cual una amiga me regaló algunas semillas. Enterré las semillas, saqué las materas a la luz, les rocié agua un par de veces. Días después noté varios tallos y cotiledones asomarse en cada matera, comencé a rociarles agua cada dos días. Pronto me vi criando maticas de Marihuana: Consulté en internet acerca del cultivo en ambientes interiores, trasplanté las matas en materas individuales, varié la composición del substrato (la tierrita) para ver qué sucedía. Tras seis semanas crecieron cinco plantas distintas en color, tamaño, número de nudos y ramas, sus nombres son Judit, Rebecca, Sara, María, Ester. Me sentí todo un Mendel; todo un Mengele del Cannabis.

Siguiendo la cuestión experimental hace poco he plantado un par de docenas más usando técnicas de germinación y substratos diferentes. Espero que el pasillo funcione como un invernadero y que Judit, Rebecca, Sara, María y Ester no se estresen a causa del cambio en horas luz-oscuridad; espero ahora que mi experimento botánico marque una distancia suficiente frente al laboratorio que propongo como lugar de enseñanza-aprendizaje.

En éste laboratorio abordamos colectivamente problemas artísticos, no pretendo – en principio – criar, cultivar, o educar a nadie. En éste laboratorio eventualmente podría haber alguien que varíe algunas condiciones en el desarrollo de un experimento, mas no quien controle el desarrollo de sujetos de estudio. Podría también suceder que para el desarrollo de un ejercicio o en el montaje de una obra, primero hagamos un taller abierto a cambio de cerrar la participación a un grupo limitado de personas. Estas decisiones se toman colectivamente, los grupos tienen dinámicas propias que prevalecen por encima de los condicionamientos instituidos para su funcionamiento. Hay siempre una dinámica real, entre un grupo real de personas, todas reales, juntadas en un proyecto.




Cuando empecé el Teatro Taller Laboratorio en 2009 no sabía muy bien lo que quería, pero sabía lo que No quería: No quería otra institución, no quería condicionar absolutamente nada y a nadie; esa primera decisión trajo sus consecuencias. Con el tiempo logré trabajar continuamente con cada grupo - surgido de una convocatoria abierta - al menos durante 2 meses, y al menos hacer un laboratorio cada año. Pensé en hacer cosas que no sucedieron, a mi modo de ver, menos debido a la falta de “compromisos” o “condiciones” que por las condiciones mismas de los espacios convencionales, de tal manera que buscar lugar en la Universidad, en los parques, en casas comunitarias, casas de cultura y “ensayaderos” ha sido tal vez la única regla. No presentamos una obra en temporada, no presentamos obras a concursos, no presentamos obras en salas usualmente concurridas. Nunca formalizamos un grupo base determinado y nunca determinamos la forma específica de una obra, de hecho, tampoco definimos nuestras obras como obras, preferimos presentar improvisaciones a partir de varios esquemas o sistemas, queriendo cada vez un teatro más vivo e inmediato. Estos años han sido como tocar jazz por hobby, teniendo tablaturas para saber los acordes, no partituras para saber cada nota. Ahora defino al Teatro Taller Laboratorio como el grupo de personas que participen así – a nuestro modo - de la creación teatral, cada proyecto significa un laboratorio distinto.

Por eso, finalizando el 2014, nuestro reto es presentar una obra, incluso con un fin específico: Romper el hielo en una serie de sesiones conjuntas entre representantes del Estado y víctimas de la violencia, específicamente víctimas directas o indirectas de tortura, masacre, amenaza, desplazamiento.

La categoría víctimas aquí aparece por cuanto es el concepto que la institucionalidad colombiana - en conjunto - ha implementado con el fin de abarcar (contener?) diferentes grupos poblacionales afectados principalmente por el conflicto armado entre civiles, ejército, grupos para-militares y de guerrilla. Aunque los efectos de éste conflicto son muchos y son presenciados o vividos por muchas más personas que aún no caben dentro de la categoría, hemos optado por tener como principal punto de partida precisamente aquello que nos vincule o distancie de las víctimas, del hecho que alguien pueda ser declarado víctima, puesto que en el marco de nuestra institucionalidad esto debe ser debidamente probado.

Ésta propuesta llegó en medio de algo pendiente en la Localidad de Ciudad Bolívar, me encontraba haciendo los talleres de una propuesta INCITAR (Iniciativas Ciudadanas para la Transformación de Realidades), programa de la Secretaría de Educación Distrital por medio del cual cualquier persona en una comunidad puede proponer un proyecto que impacte a una institución educativa, mi Iniciativa consiste en varios talleres de teatro dirigidos a docentes con el fin de crear obras y tratar el clima institucional de los colegios. Así, terminé distinguiendo, según mi desempeño, tres maneras de plantear problemáticamente un Taller:

Como docente facilito que los estudiantes usen el aula y el tiempo de la asignatura como un taller, en el cual abordamos varios temas y materiales durante el calendario escolar hasta presentar una muestra semestral o anual.
En la propuesta INCITAR debo acceder al espacio y tiempo que las directivas sedan durante la jornada escolar de los grupos de docentes, para hacer junto a ellos talleres de teatro. Es muy importante no pre-disponer a los profesores en una especie de “terapia de grupo”, en una experiencia en la cual ellos han sido identificados como un problema. A cambio, se les invita, sin obligatoriedad, a una actividad especial, allí no soy un profesor pero un tallerista externo, especializado en mejoramiento de clima institucional. Sobre esto último he de anotar que la SED me otorgó un diploma como “Embajador de Corazón”, con tal misión, tras haber participado en los talleres de ese programa.
En el TTL, me presento como tallerista en un proceso de Taller-Laboratorio, vamos desde el taller hacia el laboratorio. Porque primero necesitamos conocernos, saber qué cualidades tenemos y qué queremos aportar, hacemos ejercicios de cuerpo, de voz, usamos imágenes, luces, objetos y aparatos, improvisamos y vamos fijando ideas para la creación de escenas; allí el tallerista propone ejercicios. Al llegar a la cuestión del montaje aparezco como un director escénico, como alguien que aporta una mirada por fuera de la afectación emotiva de la actuación – no necesariamente por fuera del escenario -, conecto acciones y escenas hasta lograr definir todos los elementos del performance.

Mi apuesta en la Maestría de Educación Artística ha sido pensar el laboratorio como la experiencia de la situación experimental, esa experiencia sucede desde el inicio del proceso hasta el performance. Comprendo esa experiencia como una de enseñanza y aprendizaje.

Vuelvo al ejemplo de la propuesta para los Foros junto a víctimas del conflicto armado. Nuestra primera reunión se produjo días después de recibir la propuesta, no tenía tiempo para hacer una convocatoria abierta, así que Viviana, mi compañera, invitó a algunos de los participantes en sus talleres de comparsa con quienes se presentó este año. Yo acudí a Soacha a conversar con otros tantos, que por diversas razones no podían venir durante esa semana al centro de Bogotá. Con el fin de conocernos y hacer conocer las características del Taller en el cual abordaríamos colectivamente la propuesta, decidimos realizar nuestra primera reunión a manera de sesión de trabajo in situ, trabajamos en el Edifico de Artes Plásticas de la Universidad Nacional, y dada su ubicación, su amplitud, sus cualidades sonoras y la flexibilidad horaria para su uso, continuamos allí - en el segundo piso – hasta la muestra de laboratorio presentada en el segundo corte de trabajo de grado. El primer taller fue extenso: Conversamos sobre las características del Foro, hablamos mucho sobre aquello que – pensamos - era el reto del grupo ante la posibilidad de presentar una obra en ese contexto, alrededor de la representación del conflicto, del concepto mismo de conflicto. Significaba un problema no tener tiempo suficiente para indagar todos éstos aspectos antes de abordarlos escénicamente, sin embargo, ése primer ejercicio posibilitó el encuentro con una realidad común del conflicto, llena de conflictos, conflictiva y mucho más amplia que no restringe nuestras relaciones con el tema víctimas, al contrario, descubrimos que de muchas maneras compartimos el peso de la misma realidad: Como estudiantes, como trabajadores, como profesores, como padres, como teatreros... si se quiere: como colombianos, porque descubrimos al menos una colombianidad: Aquí, nadie es ajeno al conflicto.

Por antonomasia: Podríamos estar allí, frente a las víctimas, como cualquier colombiano.

Y decidimos comenzar a escribir individualmente el background de un personaje del cual, o desde el cual, pudimos hablar luego para escribir algunos diálogos.
La mayoría de los participantes sólo hicieron anteriormente comparsas y danzas, así que para facilitar la traducción de sus ideas en una obra de sala, con espacio y tiempo determinados, usé luces en varios talleres que comprendían: la ubicación en el escenario, la visibilización de acciones o gestos corporales específicos, esquemas para sujetar la improvisación a convenciones – reglas de juego – establecidas con luz.

Estos talleres inicialmente tuvieron un esquema. Durante el calentamiento hicimos ejercicios que posteriormente pusimos en juego durante las improvisaciones, al finalizar cada taller hablamos de cosas interesantes a probar en el montaje. Se trató un proceso de aprendizaje fundamental: Yo enseñé que podíamos poner en juego cada elemento a nuestro alcance durante el proceso creativo; aprendimos a trabajar en grupo - pues cada grupo es diferente -.

Antes de comenzar las siguientes sesiones, llamadas de laboratorio, en las cuales probamos ideas escritas sobre personajes, diálogos y escenas, debimos hacer lo que llamamos trabajo de mesa, revisamos los avances del grupo frente a la propuesta, leímos y escribimos diálogos. Durante el laboratorio pude asistir a los actores en sus ideas para el montaje. Luego, al pasar las escenas pude dirigir, probando otras ideas nuevas: Un monólogo, un diálogo, una coreografía, una cena.

Durante la presentación del segundo corte de trabajo de grado, noté la brecha entre el tiempo de la escena que escogimos - la última escena que escribimos y que no había sido ensayada aún – y el tiempo del público. Nos fue solicitado finalizar la presentación. En esa improvisación pasaron muchas cosas. Por esa experiencia, seguramente voy a sugerir que como parte del laboratorio siempre se hagan muestras del proceso antes de finalizar la etapa de montaje.

Según lo relatado, mi conclusión es ésta: Cuando se trabaja continuamente en taller, surge luego la etapa de laboratorio. Comenzar un laboratorio sin poner personas, materiales y técnicas in situ, en situación, parece bastante precario. Existen diferencias entre la etapa de taller y la de laboratorio, todas esas diferencias surgen del desempeño de quien coordina, dirige o lidera el Taller, vienen de la postura de quien - o quienes - lo ha propuesto.

Y el participante siempre pone en juego su experiencia de acuerdo a sus inquietudes, en virtud de probar cosas, de hacer experimentos, participa en ello colectivamente.

Durante el taller, quien coordina, dirige o lidera, es quien propone el inicio del trabajo poniendo su experiencia como fundamento de la experiencia de los demás. Las cosas a probar aparecerán después que cada cual tenga elementos para hacerlo. En el Laboratorio, o, lo que podríamos llamar mejor, la etapa de laboratorio de un grupo, todos los participantes aportan sus experiencias haciéndolas conocer, prueban cosas en conjunto y, en el caso de querer presentar su trabajo, antes probarán también qué se mostrará y cómo se mostrará. La etapa de laboratorio siempre será la más larga.
Como profesores, talleristas, coordinadores, gestores o directores, podemos observar cómo y cuándo la experiencia de nuestros grupos pasa siempre de un momento de comprensión a uno de pruebas, o de experimentación, allí el aprendizaje se diversifica, se multiplica, se relaciona insospechadamente, se dispara de acuerdo a la intervención de los participantes.

El laboratorio reclama su propio tiempo; espero poder compartirlo con ustedes. A continuación algunas imágenes del desarrollo de nuestra INCITAR en los colegios Arborizadora Alta y Villamar en Ciudad Bolívar.